La conocí hace un tiempo ya. Nunca la pude olvidar.
Esta mujer es como ver un atardecer perfecto en un lugar mágico. Los colores del cielo son tan intensos y hermosos que te hacen sentir como si estuvieras en un mundo diferente. Pero, al igual que el atardecer, ese momento de conexión con algo más allá de lo cotidiano es efímero, el sol se esconde detrás del horizonte, los colores desaparecen y debés volver a la realidad de la noche, que aunque tiene su propia belleza, no es lo mismo que la magia de ese instante.
Ella, de alguna manera y con toda razón y lógica, te hace saber que el mágico atardecer tiene principio y fin. La sensación de pérdida y melancolía te hace extrañar para siempre ese mundo onírico que sólo ella te supo mostrar, pero que amablemente te invita a dejar atrás.